Pacharán
San Endrín
Nacido del endrino.
Criado en sobremesa.
Un pacharán que honra el tiempo, la tradición y la conversación.
Cuenta la leyenda que San Endrín fue un monje viajero que, tras cruzar Navarra en busca de hierbas curativas, se topó con un arbusto espinoso cargado de frutos azul oscuro.
LAS
ENDRINAS
Atraído por su sabor áspero pero noble, decidió macerarlas en anís, creando sin saberlo el primer pacharán.
Lo ofrecía en la sobremesa del monasterio, como un gesto de hospitalidad y paz. Aquel licor rojo profundo se convirtió en ritual, en símbolo de unión.
UNA HISTORIA
COMPARTIDA
Desde entonces, cada vez que se sirve una copa de pacharán, se invoca al espíritu de San Endrín: el de quien entiende que lo importante no es solo lo que se come, sino lo que se comparte después.
MÁS QUE
PACHARÁN
ES UNA DECLARACIÓN
DE INTENCIONES
San Endrín nace de una receta familiar,
sin aditivos, sin prisas.
Solo endrinas recolectadas a mano
y anís que reposa en silencio.
Apostamos por el pacharán
porque representa lo que defendemos:
tradición, pausa
y sabor compartido.
AQUÍ ES DONDE SUCEDE LO IMPORTANTE
SAN ENDRÍN NACE DE UNA RECETA FAMILIAR, SIN ADITIVOS, SIN PRISAS
Donde el abuelo hace un brindis, el padre cuenta historias, y el hijo escucha.
La sobremesa es ese lugar sin tiempo donde una copa de pacharán hace que todo encaje.
Porque cuando el licor es bueno, la conversación es mejor.
El Modo
san endrín
Nosotros lo servimos frío, en una copa previamente puesta en el congelador.En sobremesas largas, o en noches improvisadas.
no hay una
única forma.
lo importante
no es cómo se bebe
es con quién
rituales
de endrín
San Endrín se disfruta como quieras,
pero hay algo especial en hacerlo con intención.
Porque no se trata solo de beber, sino de crear un momento.
Te compartimos algunas formas de tomarlo: desde la copa clásica después de comer, hasta cócteles que sorprenden y refrescan.
Aquí termina
la historia.
O empieza
la tuya
Un padre llenando las copas. Un "una y no más" que nunca se cumple. San Endrín no se explica. Se brinda, se repite. Y hace sagrada la sobremesa
¡Salud!